Sólo Ligeramente Reprimido
En la transmisión previa, el Dr. Mendoza señala: “Deseo que recuerdes ahora un ejercicio de curación en el cual ambos tuvimos nuestra parte. Esto nos lleva de regreso al verano de 1959...(corte).
Ese ejercicio de curación no fue registrado en la transmisión adjunta. De hecho, nunca ha sido escrita. Y no hubo palabras para registrar este día, tampoco. Fue “revisitada” y fue “revivida”, como si sucediera nuevamente, justamente aquí y entonces.
Lo tengo que revivir, porque como yo lo entiendo ahora, esto ha sido reprimido ligeramente, únicamente en cierto sentido en la superficie de mi mente cuando un miembro de mi familia podría recordármelo. Fue traumático y vigorizador, pero como tal uno podría tener la tendencia regresarlo a nuestra mente –“sólo un poquito sobre el horizonte de la memoria diaria”.
¡Porque fue terrorífico!
Un Día en la Playa
El traje de buceo, las toallas y la sombrilla de playa fueron empacados dentro de nuestro automóvil. La presión de aire de las llantas fueron revisadas porque podríamos viajar en un camino lleno de baches. Me aproximé nuevamente a nuestra pequeña vivienda para levantar el último artículo que llevaríamos –una hielera grande de metal- mi entonces pequeña hija de pie en la entrada, sosteniendo esa hielera.
Sin tener más de dos años de edad, ella ha arrastrado la pesada hielera desde la cocina y estuvo sosteniéndola para mi para sacarla de allí. Había una expresión de gran esfuerzo en esa carita inflada. !Esa hielera empacada era demasiada pesada para ella¡
Rápidamente me moví hacia ella para sostener la hielera, pero fue demasiado tarde. Ella perdió su manija y la hielera cortó el borde y golpeó el último dedito justo en su pie.
Un Servo Mecanismo
Levanté a la niña y la coloqué en el sillón. Levanté las piezas diversas de su dedo y las reuní dentro de una jarra de solvente y entonces con cuidado las regresé donde habían estado.
Me convertí en un servo-mecanismo, un robot, pareciera que no tenía un simple pensamiento por mí mismo, y cuidadosamente reajusté esas piezas que cortaron el dedo a donde pertenecían. En ningún momento me dí cuenta que había solo un mínimo de sangrado y ni por un momento esperé que ese dedo no curara. Algo parecido a eso ha sucedido en unas dos ocasiones anteriores. Fue en ése momento que “alguien desconocido” controló mi mente.
Aunque nuestro día en la playa fue totalmente echado a perder, no hubo una señal prolongada de daño en ese pequeño pie, sólo unas horas después de ese “increíble” ejercicio de curación.
Tendría que haber esperado todavía muchos años para saber quien estuvo usándome de esa forma. Fue el Dr. Mendoza, como lo supe después. Ahora lo sabemos.
La Contraindicación para el Éxito
Considero ahora esto diferente a tener éxito. La pesada hielera de metal tenía un borde inferior relativamente afilado – las uniones mas finas de Pittsburgh- e hizo un corte considerablemente limpio en el dedo gordo del pie izquierdo de la niña, pero que cortó a través de venas sanguíneas, nervios, tejido conectivo y músculos, dejando las pequeñas piezas de hueso expuestas.
La micro-cirugía estaba en su infancia y difícilmente me interesaba. E incluso si estuviera avanzada, yo no tenía idea de cómo tratar la herida y conservar esa pequeña pieza de dedo unida a su uña.
Yo he sido “movido a moverme” y otro ha controlado enteramente mi mente.
Pero lo más extraño de todo fue lo que yo estuve haciendo con esa pequeña parte del cuerpo. Lo cubrí con trementina y si eso no fuera lo suficientemente horrible, ese solvente estaba sumamente contaminado con aceite de máquina.
A Form of Self-Punishment.
Las siguientes horas fueron de emociones devastadoras. Como si despertara de un mal sueño, comencé lentamente a darme cuenta lo que había hecho. Visiones de la más pequeña creciendo y conviertiéndose en una atractiva jovencita y diciendo a todos los que deseaban saber como su papá le echó a perder cada oportunidad de usar sandalias por no llevarla con el doctor en el momento crucial.
Inesperadamente, llegaron unos visitantes y agregaron que percibieron mi necesidad urgente por sentirme extraordinariamente culpable por lo que yo había hecho. Lo peor de todo fue la reacción de la madre al trauma del año. Estaba histérica, pareciera inconsciente de cualquier “historia en condiciones normales”.
Pronto comencé a dudar que había hecho lo correcto para salvar ese pequeño dedo.
Pero ese pequeño dedo estaba bien y todavía hace lo que los dedos gordos hacen. No hay señal de falta de sensibilidad, no hay marcas o alguna pequeña cicatriz, no hay evidencia de lo que sucedió ese pavoroso domingo de Diciembre de 1959.
Sólo una teoría actual
El Doctor Mendoza había estado allí para guiarme en ese extraño ejercicio de curación. El sólo ha mencionado que es uno de sus extraordinarios éxitos de sus “negocios” que él hace. Algunos que son testigos del evento todavía lo llaman un milagro, pero yo no creo en demasiados milagros, si los hay. Yo soy testigo de un evento que permanece sin explicación, es todo.
Sólo tengo una teoría extravagante y no probada.
Al tener el control sobre el ‘elemento’ que es el tiempo, nuestro compañero Intermedio ayudante puede tener la habilidad de dar reversa al tiempo en alguna forma que permitió volver ese dedo a como estaba previamente. Y quizá esto explica algunos de los trabajos de Jao de Deo, Arigo, “El Cirujano del Cuchillo Oxidado”, mi amigo, Plácido de las Filipinas.
Para lo que sucedió, yo siento que esa sucia y negruzca trementina probablemente trabajó tan bien como la saliva diaria, o como la mantequilla suave de cacahuate o el aderezo de ensalada del Tío Dan en esa circunstancia “milagrosa” –el tipo del cual encontraremos más y más.
Dios Bendiga a esos Amigos Intermedios siempre alertas que están a nuestro servicio.
Traducido por Miguel Ángel Duran-Lopez
El Grupo del Progreso 11:11 ©
Toujours au Service de Michael.
Siempre al Servicio de Miguel.