Milagros Bajo Presión 2.
Desde el Escritorio de George Barnard – 16 de abril, 2009.

En algún momento en 1973 o 1974, le pregunté al Intermedio, ABC-22, por qué había escogido él ser mi ‘Espíritu Guardián’. Él respondió, “¡Tú nos escogistes!” Necesitaba pensar acerca de su respuesta por un rato, luego recordé cuando yo había solicitado ayuda celestial para resolver un problema persistente. El Intermedio estaba en lo correcto. Su memoria era mejor que la mía y realmente yo los había escogido.

Meses mas tarde, le pregunté por qué estaba yo experimentando muchos diferentes fenómenos psíquicos. Él dijo, “Tú no eres un especialista”. Sabía que los Intermedios habían trabajado con Blaise Pascal. Ellos entendían que Pascal era un especialista en matemáticas y filosofía. ABC-22 lo aclaró diciendo, “¿Qué ensenarás si no experimentas toda la gama de lo que es posible?”

Me pregunté qué clase de ‘maestro’ sería. Decidí que me daría cuenta en el momento adecuado. Semanas mas tarde, un miembro de mi familia se laceró su mano derecha en botella quebrada. Era una cortada muy fea que tiraba sangre por toda la pared y el piso de la cocina. Estaba histérica, totalmente fuera de control.

Le pegué un grito, ‘¡siéntate en esa silla!’ Así lo hizo y le dije, “ahora duerme”. Al reclinar su cabeza hacia delante, le dije, “El flujo de sangre se detendrá en tu muñeca”. Lentamente su mano se volvió pálida, casi blanca y en los próximos cinco minutos o mas, gentilmente le ajusté nuevamente esa profunda cortada de cuatro pulgadas que cruzaba a través de los tres pequeños huesitos en la palma de la mano. Alinié todos las pequeñas ranuras en la piel de su palma, alisando la herida.

Estuve repitiendo, “Se ligará. Se unirá. Se pegará y ni siquiera habrá una cicatriz”. Finalmente yo estaba convencido de que realmente se había unido porque sentí una punzada de seguridad de que así era y dije, “Ahora, lentamente deja que la sangre regrese a tu mano. Ni siquiera serás capaz de ver una cicatriz”. En minutos su mano lentamente se volvía rosada nuevamente. Dije, “Puedes despertar ahora. Estoy ocupado. Estaré en la clínica por un rato”.

Me senté en la silla reclinable de mis pacientes por un rato, respirando profundamente y preguntándome cómo pude haber estado tan seguro de que todo ‘se había pegado’ como lo hizo y por qué había actuado tan instinctivamente de la forma que lo hice. Pensé que había ocurrido un milagro, porque bajo tal presión no había tenido tiempo de recordar que solamente era un ser humano.

Ninugumo de nuestros amigos Intermedio comentarían. Ellos no habían tomado parte en eso, pero les garantizo, que todos nosotros tenemos esas habilidades de curar.

Y solamente es un pequeño pensamiento de George Barnard.

Traducido por Loyda Mira.

© Grupo de Progreso 11:11.
Has encendido una Luz y esa Luz se convertirá
en un Fuego Deslumbrante—ABC-22.