Un Ajustador del Pensamiento Habla – 246 – 26 de marzo del 2004.
Querido mío, hoy meditemos sobre la palabra ‘Obediencia’. Para prestar obediencia a la Voluntad de Dios se requiere primero que todo tener fe en Dios.
Se requiere tener fe en la bondad de Dios, fe en lo incambiable de Dios, fe en el amor de Dios y confianza y fe en que eres hijo o hija de Dios.
El Creador Infinito es antes que nada, un amoroso Padre para Sus miríadas de criaturas. Él no exige obediencia de Sus hijos, sino mas bien, Él espera que eso sea dado libremente.
Un padre humano contento y equilibrado esperaría también que sus hijos respeten sus deseos, ya que él en su sabiduría hace que eso se sepa por el bienestar de toda la familia, porque si un miembro de la familia falla, la familia entera puede sufrir.
Ese es el ejemplo que el Padre del cielo pone ante Sus hijos. Él nunca coacciona a través de amenazas a que Sus hijos sean obedientes. Mas bien, en Su todopoderosa sabiduría, Él llevará al hijo errante nuevamente al redil a través de Su interminable devoto Amor.
Por supuesto, un hijo que no está dispuesta a escuchar, tarde o temprano sufre las consecuencias de su comportamiento. Cuando se siente en disonancia con si mismo y su alrededor porque no lo siente bien, tarde o temprano se arrepentirá para que una vez mas vuelva a sentirse como un miembro hecho y derecho de la familia. Simplemente ya no querrá vivir en la confusión de las consecuencias de sus propias formas erróneas.
El Padre espera que Su hijo regrese, tarde o temprano, y cuando reconozca que realmente tiene un amoroso Padre en el Cielo. Una vez que un hijo erróneo experimenta el incondicional Amor del Dios Único, su fe se refuerza en la bondad de Dios y hará todo lo posible para obedecer las leyes de Dios.
Amará a Dios con todo su corazón, alma y mente y a sus prójimos como a si mismo. Por lo tanto la obediencia se vuelve un acto desinteresado de alegría por la seguridad de pertenecer al Reino de los Cielos.
El Creador Siempre Está al Volante.