Un Ajustador del Pensamiento Habla – 249 – 29 de marzo del 2004.
Querido mío, nunca subestimes tu potencial en los asuntos espirituales. Eres mucho mas capaz de lo que te das cuenta. Realmente ahora, ni siquiera has salido de la puerta inicial de tu largo recorrido a Casa. En esta vida terrenal estás tendiendo las bases de la sinceridad, fe y confianza.
Considera como que estás en un campo de entrenamiento y todo entrenamiento duele. No siempre es fácil, y tú sabes muy bien cuantas veces estuviste cercano a terminar y luego obtuviste tu segundo viento, por decirlo así, para estimularte por todavía otra milla.
Y entonces aprendiste que hay capas sobre capas de resistencia, esperando ser descubiertas y conectadas. Y cada vez, tu fe y confianza en Mi como tu entrenador crece un poco mas fuerte, hasta que un día realices que todo el ejercicio, toda la lucha, te ha dado la fuerza de seguir adelante, hasta llegar a animar a otros que están corriendo la buena carrera de la fe junto a ti, también con pasos titubeantes.
Y aprenden a darse animo los unos a los otros, porque, querido mío, nadie es una isla por él o ella misma y en unidad se dan fuerza los unos a los otros para seguir adelante y correr la buena carrera. Una carrera de esperanza, de fe, de confianza y aprenden a amarse los unos a los otros de la forma en que tu Maestro Jesús les enseñó no hace mucho tiempo, viendo esa vida con la visión de largo alcance en la eternidad.
Hay invisibles corredores a tu lado para estimularte, pero nunca te olvides de que Yo, el máximo Entrenador de todo, vive allí mismo dentro de ti, poniendo obstáculos en tu camino, pero solamente porque Yo he diseñado tu terreno de entrenamiento, para obtener el mejor rendimiento de ti.
No espero nada menos que la máxima perfección después de que la larga carrera de los tiempos haya sido recorrida y tú y Yo recibamos del Creador Mismo la máxima bendición en el Paraíso. ¡Qué te parece eso como un estímulo! ¿Se te hace suficiente como para seguir adelante todavía otro rato?
Mientras tanto, viaja ligero y deja tu carga conmigo, para que tu carrera pueda ser corrida sin esfuerzo alguno.
Que Dios bendiga a los Pacificadores.