Oda a Amigo*
Desde el escritorio de Chris Maurus — 12 de abril de 2015.
Era una soleada tarde de verano hace más de 12 años, cuando mi esposa y mis tres hijos llegaron a casa después de realizar algunas compras. Yo estaba en el patio trasero, relajándome después de haber trabajado todo el día en el jardín. Oí que la camioneta entraba al garage, que las puertas se cerraban, y esperé a que me llamaran para ayudar a acomodar los víveres, pero en lugar de ello, vi que los cuatro se encaminaban hacia el patio trasero en donde yo estaba sentado. Al acercarse pude ver una oscura sombra detrás de ellos, cuando uno de los chicos exclamó entusiasmado: ‘¡Papá, papá, mira lo que tenemos!’ Detrás de ellos estaba este hermoso y elegante labrador perdiguero negro, de alrededor de un año de edad, que parecía estar muy contento de tener una correa e ir detrás de su recién encontrada manada.
Antes de que pudiera preguntar algo, mi esposa dijo: ‘Hoy fuimos al zoológico, había un evento de adopción de mascotas y los chicos quisieron ir a ver los perros. Ian lo eligió’. Cuando lo vio por primera vez, le dijo a la familia: ‘Este es el indicado, este es nuestro perro’. Después de unos minutos de caricias y de darle de comer golosinas, a todos se nos ocurrió el nombre de “Amigo”, un nombre apropiado para un perro tan amigable a quien le encantaba estar cerca de la familia. Amigo ha sido un muy buen y fiel amigo durante todos estos años, y realmente la única mascota que mis hijos han conocido como parte íntima de la familia.
Hoy es otro soleado día de primavera, y tristemente, es muy probable que sea el último día que estemos con nuestro querido y fiel Amigo. Es viejo, frágil y está muy enfermo –tiene gran dificultad para levantarse y caminar–, como resultado de una lenta enfermedad degenerativa que desarrolló hace un par de años. Toda la familia está anticipando el duelo de ya no contar con su presencia mañana, y el triste viaje al veterinario para compasivamente liberar a su espíritu del sufrimiento. Muchos de ustedes han experimentado esta triste procesión.
Recuerdo que mis hijos me preguntaron si los perros tienen alma, y si van o no al ‘cielo de los perros’. Les expliqué que realmente no conozco el destino de la energía espiritual de un animal, y ya que no pueden conocer a Dios, y no tienen la inteligencia o la voluntad para tomar decisiones morales, probablemente no tengan alma. En este punto, tuve que explicar en términos sencillos lo que era un alma: un contenedor de todas las experiencias de vida que nos hacen ser nosotros mismos, y solo aquellas cosas que sobreviven a la muerte y que tienen sentido y valor para Dios –el amor y las lecciones de la vida en las que llegamos a ser mayores y más perfectos de lo que éramos el día anterior–, la mejor parte de nosotros que continúa aprendiendo y experimentando nuevas aventuras, y que regresa a Dios el tesoro de quiénes somos.
Seguí explicando que la energía espiritual de Amigo es una parte del Espíritu de Dios, así como la de todas las criaturas de este mundo, y lo más probable es que el espíritu de Amigo se recicle y vuelva a aparecer como un cachorro en algún otro mundo en donde será amado por otra familia y será feliz nuevamente. Todos parecieron comprender y aceptar mi teoría, y con ella tener un poco de consuelo sabiendo que vivirá de nuevo y será feliz.
Con los ojos llenos de lágrimas, le dije: ‘¡Buen viaje mi fiel amigo, y espero que pronto despiertes en los brazos de algún niño amoroso en algún otro hermoso planeta jardín en la creación de Dios. Serás profundamente extrañado, y ciertamente dejaste tu amorosa huella en nuestras almas’.
Amor y paz,
Chris Maurus.
*Nota: El nombre original en inglés es “Buddy”, que significa “Amigo” en español.
Traducido por Perla Téllez Garza.
© Grupo de Progreso 11:11.
“El dar de uno mismo, la iluminación de la verdad y el alivio del sufrimiento
son los caminos mas nobles para una conciencia superior.” — Maestro Ofelius, 2009.