Un Abrazo Celestial
Desde el escritorio de George Barnard – 25 de Marzo, 2013.
Sucedió en el año 2000 que una Intermedia Secundaria llamada Beatriz, conocida por sus hermanos y primos como ABC-3, apareció en mi oficina para darme un abrazo que casi me ‘derritió’.
La página
http://1111angels.com/index.php/escritorio-de-gb/297-oda-a-beatriz
describe la razón de aquel ‘abrazo-de-gracias-y-te-amo’, y más.
En el año 2001 hubo otro Abrazo Celestial, pero este difícilmente fue un ‘abrazo de gracias’. Fue simplemente una expresión de Amor Incondicional puro, tan poderoso que me dejó felizmente ‘despegado’ durante días.
Para ese momento había regresado de los Estados Unidos, después de enseñar la Construción Akáshica personalmente, tal vez a unos setenta individuos que estaban interesadas en el método. También había presenciado cómo una docena o más de canalizadores escribían o grababan mensajes de sus Maestros Celestiales. Y ahora de regreso en Australia, se había presentado un importante programa de prueba intensivo para la rehabilitación de aquellos con daño cerebral.
Tal vez podría canalizar mensajes en esta ‘manera nueva y extraña’, así como publicar mis libros. Necesitaba hacer un balance de cómo me había puesto en contacto con los Intermedios en el pasado. Había cierto número de formas. Tanto como puedo recordar, en el momento del despertar, mi mente ya contenía instrucciones precisas con respecto a alguna importante tarea que vería en ese día. Eso es lo que hacíamos.
Éramos el Pelotón de Emergencia 11:11, después de todo, y había asuntos urgentes que atender. No nos limitábamos a socializar. Estábamos trabajando, de una forma algo inusual. En algunas ocasiones recibiría instrucciones en voz alta por parte de los Intermedios. Con menos frecuencia a alguno de mis hijos se le haría comentar alguna sugerencia, y yo sabría de quién era la idea, mientras que ellos se preguntaban qué les habría hecho decir tales cosas.
Tal vez el ochenta por ciento de todas mis instrucciones llegó cuando estaba documentando algo acerca de las décadas de mi trabajo con los 1,111. La información acerca de nuevos proyectos de alguna manera aparecía en mis propios escritos. Todo lo que tenía que hacer era continuar y seguir estas claras instrucciones. Sin embargo, decir y grabar lo que escuchaba, o escribir lo que milagrosamente venía a mi mente, difícilmente parecía el camino.
Básicamente, canalizar era extraño para mí, hasta que un amigo me informó que Maquiaventa había prometido que si me sentaba a meditar cierto tiempo, y que si lo hacía durante diez días, escucharía claramente a mis Maestros. Para ese momento había dejado atrás la mayoría de lo que poseía. Vivía en un pequeño departamento rentado con algunas ollas y sartenes, suficiente comida para vivir, una computadora, mis manuscritos, y poco más que eso. Comencé la primera meditación de veinte minutos.
Diez días más tarde, en un día de calor sofocante, sentado en la desgastada alfombra con mi espalda contra una fría pared de cemento, aclaré mi mente. Aunque mis ojos estaban cerrados, me percibía a mí mismo como si estuviera en el centro de un enorme rayo de luz, una luz que trajo consigo el Amor Incondicional del Creador del Universo de Nebadon, un Amor que trajo consigo la Voz del Maestro, Su aprecio y Su aliento.
Maquiaventa tenía razón. El abrazo Celestial del Divino Amor Incondicional era todo lo que se necesitaba para canalizar los mensajes de los Maestros, en forma nítida, fluida, precisa, completa.
Y este es tan solo un pequeño pensamiento de George Barnard.
Traducido por Perla Téllez Garza.
© Grupo de Progreso 11:11.
Todos somos uno en nuestra Raíz Espiritual de origen — ABC-22, 1972.